En un hermoso texto sobre el principio de la civilización, el escritor Jorge Luis Borges sitúa a dos griegos conversando hace 2.500 años. “No polemizan. Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no piensan en ganar o en perder. Están de acuerdo en una sola cosa; saben que la discusión es el no imposible camino para llegar a una verdad.

En un momento histórico preciso florece en Grecia el pensamiento filosófico y  matemático. También nace la tragedia como género teatral y como evento. Se trataba de un concurso anual de tres obras trágicas que convocaba a los mejores escritores de la época y a un público numeroso, residentes de Atenas y de pueblos lejanos. Durante varios días, los espectadores veían obras que tenían la misma estructura centrada en dos personajes centrales y un coro que representaba al pueblo. El coro era el mediador entre los personajes (protagonista y antagonista) y el público; es el que guiaba al público entrelazando las partes de la tragedia, dándole un significado a las escenas mediante la narración lírica. A veces también se dirigía directamente a los personajes, aconsejándoles y sugiriendo cambios en su conducta.

A lo largo de los siglos, los géneros dramáticos se multiplicaron, al igual que los tipos de eventos, sus temáticas, formas y duración. Pero hay algo de la función del coro trágico que sigue presente en el papel del moderador de un evento actual. Este papel puede dividirse en dos categorías. La primera ocurre al moderar una sesión individual, como la presentación de un disertante o de un panel. El desafío en este caso es obtener información relevante a los ojos del auditorio, lograr que el público encuentre una respuesta a las siguientes preguntas: ¿qué es lo más importante para mi trabajo mañana a la mañana?, ¿Cómo actúo y decido en base a la información que acabo de recibir?

La segunda categoría es moderar un evento con múltiples oradores, presentaciones o paneles que tratan temas conexos pero desde distintos ángulos, visiones, a veces incluso, argumentos opuestos o polémicos. En este caso, además de buscar una respuesta a la pregunta de cómo impactan las ideas presentadas en las decisiones y acciones del público, se agrega la función de integrar las ideas de múltiples especialistas, enhebrándolas en una trama común que le permita a los asistentes llevarse conocimientos, aprendizajes y acciones concretas. Integrar visiones y sintetizar en pocos minutos el conocimiento volcado a lo largo del día es un desafío apasionante para los moderadores, y una experiencia enriquecedora para el público y los protagonistas de los eventos contemporáneos.